Ayer, 22 de abril, fue un día de celebración para nuestra casa la Tierra. Celebramos la belleza de sus mares y montañas, su bondad por darnos alimentos y cobijo, la delicadeza de las flores y las mariposas, el frescor de la lluvia y de la nieve, el calor de sus arenas y volcanes, sus fuentes y ríos sacian la sed del caminante y de los campos, llena las redes de pescadores y vacía sus entrañas para darnos minerales.
La Tierra es generosa, nos brinda todo lo que necesitamos para vivir y nosotros la tratamos con desprecio destruyendo los bosques, contaminando el aire, sobreexplotando los mares y ensuciando las aguas…
El hombre, el único ser inteligente que puebla La Tierra, no es capaz de hacer un uso racional de los recursos que nos brinda porque su bienestar económico no es amigo del medioambiente.
La conmemoración del DÍA DE LA TIERRA debe servir para reflexionar sobre el impacto del ser humano en el planeta, haciendo una llamada de atención para ser conscientes de nuestra forma de vida y convivencia con el entorno.
Los gobiernos deben tomar la iniciativa promoviendo actuaciones de progreso para los pueblos, pero no a cualquier precio medioambiental, siempre habrá alternativas más justas y sostenibles.
Nosotros no debemos ser espectadores pasivos, también podemos cuidar y proteger nuestra tierra con pequeños gestos personales aplicando la regla de las tres “ERRES": REDUCIR, REUTILIZAR Y RECICLAR”.
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